viernes, 30 de marzo de 2018

Capítulo XXIV: Las cosas de palacio van cagando leches


- Hará unos tres días recibimos un mensaje proveniente de palacio. Un buitre aterrizó en el alfeizar de mi despacho del ala oeste y, cuando estaba comenzando a peinarle la barriguita, me di cuenta de que tenía un pequeño pergamino atado a su garra. Normalmente recibo mis suscripciones a los panfletos sobre amebas a través de un jabalí muy simpático; no es tan veloz como un halcón pero cumple su cometido. Por eso me sorprendí al ver un manuscrito en su pata.

» El documento estaba sellado con el cuño real así que enseguida deduje que era de extremada importancia. Por eso me tomé un baño de burbujas antes de leerlo, para relajarme. Al fin he descubierto la cantidad apropiada de caballitos de mar a incluir en la bañera para crear un agradable hidromasaje, así que el remojón de verdad calmó mis nervios.

» El mensaje estaba firmado por una de las consejeras de la reina: una tal “Evantris” o algo semejante. En resumen, manifestaba la intención de su majestad de visitar este pantano, ya que su esfera de porcelana de Entropía se había hecho añicos. La Reina requería mis servicios para reparar este objeto de curiosidad científica. Ciertamente, esta pieza tan singular llamó mi atención. Nunca he sostenido en mis manos nada elaborado a partir de este tipo de material tan peculiar. En seguida reservé unas horas en mi agenda y envié acuse de recibo con la fecha y hora de nuestra futura cita.

» Tras responder a la correspondencia de la soberana, decidí repasar algunos de mis tomos más aburridos sobre gemología. La porcelana de Entropía es la única porcelana que no es fabricada, sino que se puede encontrar en su estado final directamente en la naturaleza. A mi entender, durante centurias existieron minas de las que se extraía este material y se vendía entre los más distinguidos nobles a un precio exorbitante. Los textos localizan estas minas en la zona de Sargadelia, pero sé de primera mano que se agotaron hará un par de siglos.

» Es un elemento muy complicado de manipular y la antigua literatura dice de ella que tiene propiedades muy particulares. La cualidad que más se le atribuye es la de acentuar las habilidades de quien la posee. Según estos textos, si la Reina de veras posee una esfera de este material, sus destrezas se verían intensificadas. Quizá sea lo que la haya ayudado a “inhabilitar” al Rey, como la coqueta jovencita ha dado a entender en su metáfora ornitológica.

» Tras el agotamiento de las minas, una gran parte de la población de nuestro reino comenzó a percibir la porcelana de Entropía como un material peligroso y sobrenatural, que tan sólo favorecía a aquellos afortunados que podían permitírsela. Así pues, un pequeño comité recorrió hogar tras hogar recolectando hasta el último residuo de porcelana. Creo recordar que, para destruirlo, transportaban el material hasta un templo en la costa, donde la confluencia de corrientes marinas y terráqueas anulaba las extraordinarias cualidades de la porcelana. Tras ello, era despedazada y barrida después por alguien del equipo de limpieza. La Reina proviene de una familia pudiente; imagino que una posibilidad es que lograron ocultar en sus cámaras durante décadas algo de porcelana.

» Por cierto, gracias por los pinchitos, cielo. Las algas a la marinera están deliciosas con el licor café.

» La Reina y su comitiva llegarán temprano mañana a la mañana para reunirse conmigo. Mi sugerencia es que, si de veras sois tránsfugos de la ley, estéis lo más lejos posible de mi hogar para entonces. Os habéis zampado parte de mi despensa ecológica, así que deduzco que vuestros estómagos están suficientemente satisfechos. Por favor, visitad los aseos antes de vuestra partida. Ángelus y yo elaboramos nuestro propio jabón de manos de toxo. Supongo que vuestros jamelgos habrán engullido el montón de heno y paja que habíamos cepillado hacia una esquina de los establos. Deberíais retiraros, lo más tardar, al mediodía. Os daré un par de aperitivos para vuestro viaje. Esperad aquí, enseguida volveremos.

» ¿Has visto qué gran discurso, cariño?